Erika Alfonso
Chaco
Erika Alfonso, periodista chaqueña, experimentó la violencia digital de primera mano tras una publicación en su perfil personal de Facebook en 2020. Su opinión sobre una foto de Perón y Pinochet desató una ola de ataques y hostigamiento por parte de personas que intentaron limitar sus espacios de trabajo y la expusieron a ella y a su familia.
En diálogo con el equipo de Periodistas Amenazadas, Erika recuerda un episodio de violencia digital que escaló cuando ella quiso defenderse en el ámbito offline y le generó miedo. “Me generó mucho miedo porque vos no sabes cómo pueden reaccionar este tipo de personas”, dijo tras sufrir amenazas y descalificaciones en su perfil de la red social.
La publicación fue tomada de su perfil personal y difundida en grupos políticos, donde comenzaron a atacar y cuestionar su credibilidad como periodista. “Empezaron a atacarme, a decir cuestiones sobre mí como periodista”, recuerda Erika con preocupación.
El hostigamiento se intensificó al punto de poner en riesgo su trabajo en la universidad. “En la radio me dijeron que no podía volver más por la publicación que hice (…) Esto generó un conflicto con la universidad… me querían echar.”, explica Erika. Incluso antes de comenzar a trabajar en ese espacio asegura que había peticiones de ciertas personas para que la despidieran por su postura crítica hacia el gobierno.
La violencia digital no se limitó a los ataques verbales. Erika fue expuesta públicamente junto a fotos de sus hijos, lo que aumentó su temor por la seguridad de su familia. “Tomaron captura de mi Facebook personal exponiendo, no solamente poniéndome a mí, si no exponiendo a mis hijos”, denuncia Erika con indignación.
Por esta razón dejó de ir sola a la radio y le pedía a familiares que la acompañaran. “Tenía miedo de que aparezca algún loco y me pegue, me golpee, o me haga algo”, describe. “Me generó mucho miedo, miraba por todos lados, que no aparezca alguien(…) Nunca tuve miedo de hacer alguna cobertura, pero en esta situación sí…”.
A pesar del hostigamiento, Erika no se quedó callada. Hizo un descargo público defendiendo su postura y denunciando la violencia recibida. “Yo hice mi descargo público diciendo que yo tenía la conciencia tranquila. De hecho, yo podía demostrar de dónde provenía todo lo que yo tenía”, afirma con seguridad.
“Cada vez se vuelve más difícil poder expresarse libremente sin que te ataquen de forma agresiva o te juzguen por lo que piensas”, reflexiona Erika. Con todo lo vivido, la consecuencia fue letal para su carrera como periodista: “Me afectó tanto que no quise hacer más radio”.
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